viernes, 25 de septiembre de 2009

Crítica de Eligio R. Montero, guionista y escritor

Es una novela que resulta muy amena y se lee muy bien y que, pese a no tener una trama central fuerte (de eso hablaré más adelante) te va atrapando poco a poco gracias al interés que despiertan los protagonistas y ya no puedes parar de leerla hasta el final. A partir de la página 50 o así buscaba cada momento que podía para coger el libro y continuar con su lectura. Cuando llegué a su final me quedaron ganas de seguir leyendo sobre esos personajes, pues se nota que es la primera parte de una saga.

Respecto al género, he visto que la enmarcan dentro del género de la fantasía, pero tiene tanto de eso como las novelas de Faulkner (salvando las distancias, claro); se sitúan en un lugar imaginario pero que podría ser por completo real, en tú caso en una especie de Centroeuropa altomedieval. Para mí es claramente una bildungsroman (una historia de crecimiento) ambientada en el pasado, donde lo que importa es ver el proceso de maduración de los personajes en medio de ese mundo de intrigas adultas.

Lo que más me gustó fueron los personajes, especialmente los protagonistas. Me parece que tienen una construcción sólida y compleja, muy rica, y que son la clave de que funcione el relato. Los secundarios, contra lo que opinaba algún crítico que he leído por ahí, me parece que están bien construidos y, quizá, lo único que se pueda achacar es que alguno de los antagonistas resulte un tanto maniqueo y extremo en sus maldades… aunque la verdad es que en la vida te encuentras personajes que son así o peores.

También me gustó mucho el uso de varios giros inesperados y que sorprenden mucho.

En otra crítica le achacaban a la novela el tema de las caricias entre soldados y todas esas formas de manifestarse su afecto, que las veían demasiado femeninas o afectadas. En absoluto. En su estudio sobre la literatura y cartas de la Gran Guerra, Paul Fussell (importante crítico y analista literario anglosajón) recoge la existencia de ese tipo de relación entre los soldados y ve que es algo presente en todas las guerras. Me pareció muy interesante como estaba reflejado en Estirpe Salvaje pues es algo que suele obviarse o no tocarse (incluso los propios soldados suelen reprimirlo al volver a su vida cotidiana, con cierta vergüencita por ello).

Como verás, en conjunto me parece una novela interesante, con muy buenos personajes y que se lee con pasión. Con ganas me tienes de que salga la segunda parte.

Así que voy a pasar a comentar un par de aspectos que, en mi opinión, serían mejorables y que quizá te sirvan para futuros trabajos. Y es sólo una opinión… que puedes compartir o no.

Sobre la estructura

En mi opinión todas las historias se podrían encuadrar, en función de su estructura, en una especie de triángulo cuyas tres esquinas serían: la “arquitrama”, que es la trama clásica organizada en torno a una historia central que siempre progresa y personajes activos que la mueven (serían las típicas historias, desde La Isla del Tesoro a Madame Bovary) ; la “minitrama”, en que hay muchas historias que se entrecruzan en torno a un personaje o lugar, pero sin que exista una principal (por ejemplo La Colmena o Manhattan Transfer);y la “antitrama”, en la que se pretende romper con las normas lógicas de la narrativa y su estructura (un buen ejemplo sería el Finnegan’s Wake de Joyce o el antiteatro de Bertolt Brecht). En el área definida por ese triángulo se podrían situar prácticamente todas las historias, y antes de comenzar a analizar la estructura de una hay que situarla en el punto en que se encuentra, para atenerse a sus parámetros… pues no sería lógico aplicar el mismo canon narrativo a Los Tres Mosqueteros que a El Ruido y la Furia. Por ejemplo, una historia como Alicia en el País de las Maravillas me da la impresión de que se situaría curiosamente en el punto medio de ese triángulo, pues algo tiene de esos tres tipos de estructura.

Estirpe Salvaje, en mi opinión, estaría en un lateral, a medio camino entre la “arquitrama” y la “minitrama”, aunque más cerca de la primera… pues como primera parte de una saga me figuro que también está lanzando tramas y personajes que se desarrollarán y cerrarán en otros volúmenes.

En torno a una trama principal que gira alrededor de Ruslan, van surgiendo numerosas minitramas y episodios casi independientes que ilustran su crecimiento y el de su hermana y van sirviéndonos para presentar otros personajes y subtramas que jugarán a posteriori. Supongo que en el dibujo general de la saga, al cerrarse y unirse todas esas tramas en torno a Ruslan y su hermana, el conjunto se acabará acercando mucho más a la arquitrama, pero en este primer volumen, al estar lanzando todo eso, juegan un poco más como minitrama.

Y en eso no hay problema, porque las minitramas que planteas, en general resultan interesantes, están bien llevadas (algunas de forma soberbia) y hacen que el lector se enganche. No es una labor nada fácil hacer funcionar un libro en estructura de minitrama, y tú lo has conseguido… así que enhorabuena. Quizá un par de ellas resulten un tanto previsibles o melifluas, pero eso ya es más cuestión de valoración y son más los aciertos y virtudes que los errores.

Estas minitramas están tejidas en torno a una trama principal que es la que abre y cierra el libro. No sé si es la que tú tenías pensada en un principio, pero al ocupar esos puestos en la historia, se erige a su mismo como trama principal la venganza de Ruslan por la muerte de su padre, y aquí si detecto un par de problemillas que, de ser yo editor, te habría mandado corregir, jeje… A ver qué te parecen, pues quizá no estés de acuerdo (esto siempre es muy subjetivo).

El desencadenante de la trama principal (y de todo) es la muerte de los padres de Ruslan e Ivanka, y ocurre ya al principio. Está bien narrada y bien distribuida la información. Ningún problema.

Pero el primer punto de giro, Ruslan descubre al culpable de esas muertes por casualidad, y se le dedica muy poco espacio al descubrimiento. En mi opinión, una revelación de tal calibre (es el arranque de Hamlet), debería estar mejor preparada, desarrollada y haber tenido mayores consecuencias.

Luego la historia se desarrolla y esta trama queda muy aparcada hasta el final, y casi de casualidad. Quizá habría estado bien salpicar el resto de la novela con pequeños elementos que nos hagan presente que Ruslan no olvida eso y que encamina muchas de sus acciones a ello. Pero bueno, es una opinión… a lo mejor fue intencionado restar peso a esa trama y esa motivación, no sé, pero yo soy un obseso de tener a los personajes siempre activos (en la arquitrama clásica, claro) y la historia siempre avanzando a base de giros.

Otros aspectos mejorables

Otra cosa que me pareció curiosa es el uso de varias breves prolepsis en ciertos puntos de la historia (al marcar la importancia que tendrá un personaje en los futuros hechos, por ejemplo). Alguna me funcionó, pero otras no tanto… esto ya es más cuestión de gusto.

El otro aspecto que me pareció mejorable (y esto es mucho más subjetivo) es el exceso de adjetivación y la búsqueda de palabras poéticas. En conjunto me pareció que tu dominio de la lengua y la sintaxis es muy alto, y eso está bien, pues te aleja de la prosa vulgar que se lee muchas veces por ahí y que sí es una verdadera tortura. Es todo un riesgo y asumo que el escritor que se precie ha de buscar ese punto de equilibrio entre lo ramplón (y de esto no peca tu novela en absoluto) y lo afectado. Es normal, y más en una primera obra, que se cruce la línea alguna vez. Y no me parece nada mal lo de usar palabras curiosas o poco frecuentes, pero supongo que hay que medirlas mucho para que el efecto no resulte recargado. Y eso que a mí me gustan escritores muy barrocos, como Melville, Faulkner o Pynchon. Supongo que la cosa es tener claro cuál es la clave en una frase, una imagen o una metáfora, e ir luego eliminando lo que es superfluo para dejarla limpia y brillante.

Sé de lo que hablo porque en la primera versión de la novela que estoy escribiendo también me pasaba cinco pueblos con la adjetivación y las metáforas y símiles y la información redundante. Muchas veces me daba cuenta de que la idea que había tenido me gustaba… pero que había dejado todo lo que me había llevado hasta ella… y que había que quitar todo ese andamiaje para dejar clara la figura que había bajo él, que así quedaba mejor. Ese era el concepto clave, lo poético y lo que funciona.

Me resultó útil leer a escritores que con relativa simplicidad (relativa, porque no se cortan a la hora de usar un adjetivo preciso o intenso cuando lo necesitan) consiguen muchísima poesía, como William Maxwell o Robert Walzer (por citar dos descubrimientos recientes) o los clásicos como Chejov, Steinbeck, Lawrence Durrell, Melville, Flaubert, etc.

Bueno, espero que estas opiniones te puedan servir de algo y te recuerdo que, en conjunto, Estirpe Salvaje me pareció una muy grata experiencia de lectura y que espero esa segunda parte, pero ¡ya!

Eligio R. Montero

http://www.psicologiacine.blogspot.com/

De Jordi Nogués, escritor e historiador

Tras terminar de leer Estirpe Salvaje te comento que me ha confirmado las excelentes expectativas iniciales. El relato no defrauda en absoluto; en él hay de todo: amor, odio, lucha, paz. La objeción a si era una obra inmadura pues, siempre pensando que está destinada a un público juvenil, la he encontrado más que correcta.

Lo que más me ha gustado: cómo redactas. Adjetivas muy bien y sabes dar unos giros muy bonitos y efectivos. Eres muy elegante y fina.

Te felicito y repito, una vez más, que no me extraña nada su publicación.

Suerte y a por la próxima, que todos la esperamos!!!!

Jordi Nogués

Museu de l’Oli – Les Borges Blanques